Si quieres ser princesa no te pongas armadura

Cuando el mundo estaba lleno de “princesas” (no me refiero a la realeza), evidentemente, los caballeros eran medidos por sus modales. Estoy segura que muchas de nosotras fuimos educadas para esperar que un hombre nos abriera la puerta, nos pagara la cena y pasara por nosotras a nuestra casa aunque viviéramos en punta de la chingada -exclamó la princesa- .

A diferencia de cómo nos criaron, el mundo ha cambiado, las mujeres cada vez somos más libres, económicamente independientes, exitosas, contribuidoras a la sociedad y a las relaciones, sin embargo, esto no es una regla. Cuando estas en plena etapa del coqueteo y comienzas a salir con un chico, es normal que se inventan cualquier excusa para convertirla en una cita o date  y aquí es donde se pone a prueba nuestra inclinación por la caballerosidad y según lo que mis amigos me han contado y he percibido, en esta dinámica existen 3 tipos de mujeres:

Las princesas. Estas niñas creen fielmente que el mundo debería conservar esas costumbres y dan por hecho que el galán que quiera conquistarlas, deberá esforzarse. Esto mantiene cierta chispa en la relación, cuida estas figuras de macho alfa y damisela en peligro porque ellas no quieren ser bajadas de la torre por cualquiera, sino por alguien que no le importe pagar las cuentas, abrir la puerta, saludar por whatsapp y llevarla a su casa a la hora que los papás indiquen. La verdad, aunque me parece un poco chapado a la antigua, me encanta esta actitud, ellas saben lo que quieren y como lo quieren y habrá hombres que gocen consentir a la princesa que ilumina su castillo.

Por otro lado, tenemos a las guerreras. Mujeres que decidieron retar el clásico rol de la mujer en este mundo, aquellas que creen en la igualdad de género y que dos es más que uno (económicamente hablando). Seguro cuando salen con un chico que les abre la puerta del carro ellas educadamente lo agradecen pero más que seguro es que al finalizar el viaje no esperaran sentaditas si ellas están en la posibilidad de salir por si mismas del vehículo. Con estas mujeres los bailes a la hora de la cuenta abundan y no porque quieran gastar su dinero o porque les sobra, es porque les gusta colaborar y mientras puedan, lo van a hacer. Este estilo, seguro notaron, es mí preferido, porque no descarta los actos de caballerosidad si no que los convierte en gestos de amor y cuidado, no en un protocolo enseñado.

Hasta aquí, la congruencia abunda, ningún estilo está mal o bien, es cuestión de gustos. Pero me he dado cuenta que existe un tercer tipo, aquellas que están atrapadas en un limbo entre el ego y el amor a la manutención.  Yo las llamo, las princesas con armaduras, estas niñas que se manejan una especie de doble diálogo, donde en la primera cita con ellas no hablan más que de lo bien posicionadas que están en su trabajo o negocio y reiteran su madurez e independencia, es más, hasta en su Facebook seguro encuentras alguna frase que diga “mujeres luchonas y cabronas”, pero todo esto, a la hora de la cuenta ($), no cuenta (he escuchado casos que hasta a las amigas terminan pagándoles la cena). Obvio con este tipo de niñas, la idea de regresarse solas o en uber, está descartada, sin embargo, todo el camino rumbo a su casa (en punta de la chingada) van platicando de como aman estar solteras y que no necesitan a nadie para obtener lo que quieren y al mismo tiempo les es imposible jalar la manija para salir del coche.

La verdad, creo que no tiene nada de malo querer ser princesa o guerrera, son estilos, creencias, es la manera que idealizas una relación, el rol de tu pareja y el tuyo, pero si no somos capaces de realmente actuar conforme a lo que queremos y creemos, no nos podemos quejar que nos llamen locas e incongruentes. La manera que nos comportamos al principio de una relación dictará la dinámica del futuro, así que la próxima vez que tengas un date, tal vez un poco de conciencia ayude a que no abunde la incongruencia y así no te verás en unos meses preguntándote porque tu chico ya no tiene esos “detalles”.